Después de tres años de gestión, el Frente de Todos es cada vez más parecido a una coalición de pocos. El rumbo es incierto y las decisiones políticas y socio económicas no son propicias para la crisis que enfrenta el país.
Poco duró la alegría de haber conquistado la tercera copa. Esa que el Presidente no pudo capitalizar. Messi y los “muchachos” lo dejaron con el festejo en la rosada sólo. La copa no se tiñó de política y eso es algo que molestó en todo el arco oficialista que veía con buenos ojos un balcón repleto y una foto que les diera un poquito de redito político. Foto que al final no fue. Foto que no pudo suplir la más dolorosa de toda la gestión. La del cumple de Fabiola, entre muchas otras. Ese fue el quiebre entre el Gobierno y la sociedad. Pero si nos vamos un poco más atrás en el tiempo, todo resulta ser un embeleco. Las discrepancias entre Alberto Y Cristina. La falsa amnistía sumada a la decisión de ella para que él la acompañe en la lista y lo efímero de esa relación que era por conveniencia y no en post de arreglar los desastres del anterior gobierno, que si lo vemos en retrospectiva… bueno. Usted sabrá sacar su conclusión.
Pero el problema no fueron los anteriores, el problema es de quienes hoy están en el poder. Por un lado, el Presidente que inaugura una cancha de hockey cuando hay más de la mitad de la población que es pobre deja mucho que desear. No hay agenda, y si la hubiera no condice con lo que está sucediendo. Ni siquiera los Ministros tienen una agenda. Se perdió el rumbo y solo queda naufragar hasta que las elecciones lleguen. Por otro lado, la Vicepresidente está encaprichada con su relato que habla de proscripción cuando en realidad ha sido condenada por robarle al Estado. Te puede gustar más o menos sus gestiones, pero no se puede avalar a una persona que se cansó de hurtar en las cajas que nos pertenecen a todos y todas. Otro gran embeleco de la arquitecta egipcia que llegó al poder para atacar al capitalismo y redistribuir las riquezas pero que se cegó por el mismo y solo repartió migajas para que la sociedad se hunda en la pobreza.
No hay un solo indicador que diga que la Argentina se encuentre mejor. Inflación por las nubes, dólar desbocado, precios congelados que nos retrotraen a medidas primitivas de gobiernos primitivos que creían que yendo a controlar los almacenes y colgando el poster el general los precios bajarían sin tener en cuenta algo básico y elemental de cualquier mercado llamado oferta y demanda. Para males, el gran estadista Sergio Massa no tuvo mejor idea que mandar a los muchachos del gremio de Moyano a fiscalizar las góndolas. Todos vestidos de negro. Un paisaje “Mussolinesco”.
Perdón, si hubo un indicador que se festejó tanto como el gol de Montiel que nos coronó campeones del mundo. En la Casa Rosada hubo fiesta (Cuando no) tras anunciar a viva voz que la inflación no había llegado al %100. La misma fue del %94,8. De esta forma, la Argentina terminó con la cuarta inflación más alta del mundo en 2022 detrás de Venezuela, Zimbabue y Líbano. “El viernes empieza la guerra contra la inflación”, fueron las palabras de nuestro actual presidente de la Nación Argentina, el abogado y profesor de derecho, Alberto Fernández. Si te preguntás si es una broma de mal gusto, lamentablemente no. Es parte de otro embuste. ¿Pero como no nos dimos cuenta antes? Alberto vendía autos usados. Te decía que era un relojito suizo y que jamás de tejaría tirado. Hay varios que aún se están quejando de un par de vehículos que tras salir de la concesionaria se quedaron a pie.
Las complicaciones constantes del país en materia económica, social, gremial y de inseguridad nos pueden hacer pensar que en cada uno de los sectores lo que suceda es que quienes toman determinaciones no sepan bien de lo que hablan y de allí surjan los resultados. Es decir, en cuestiones muy específicas siempre es mejor callar antes de decir cosas que sean por demás incorrectas. Pues para el actual Gobiernono funciona de esa manera. Tampoco funcionaba antes de serlo cuando en campaña, Alberto Fernández decía que iba a desarmar las Leliq para aumentar un 20 por ciento a los jubilados, y que no iba a tocar el Poder Judicial, cuando en estos momentos se debate en el Congreso la reforma judicial y los jubilados cobran un par de horneros y algunos yaguaretés.
Sobre la reforma judicial vale recordar al mismo Presidente contradecirse. Allá y a lo lejos, cuando corría el año 2013 y el país era liderado por Cristina, Alberto decía que: “”Si CFK no entiende por qué la Corte es un ‘contrapoder’ deberíamos averiguar quién la aprobó en Derecho Constitucional. Basta de sofismas!”. ¿Lo habrá entendido diez años después? Por ese entonces, se trataba de días en que la exmandataria enfrentaba abiertamente al Poder Judicial. Y hasta presentó entonces en el Congreso el proyecto “Programa de Democratización de la Justicia”, una polémica reforma kirchnerista, sancionada como ley en abril de ese año. Más acá en la línea de tiempo, en plena campaña presidencial, al mismo Alberto Fernández le preguntaron “qué se debería hacer con la Corte”, el entonces candidato dijo “nada”, y sumó: “Hay que pedirle a la Corte Suprema que sea Corte Suprema. Tengo mucho respeto por sus jueces, porque nunca hicieron algo que a mí me hiciera reaccionar en términos de derecho. Seguramente la Corte dictó decisiones que no me gustaron, o unas me gustaron más que otras, pero todo estuvo fundado”.
“La democracia argentina necesita perfeccionamiento; pero que quede bien establecido que perfeccionamiento no es sustitución totalitaria. Así como entendemos que para salvaguardar el destino de nuestro régimen democrático republicano contra todas las desvirtuaciones de los grupos totalitarios es necesario prestigiar el Parlamento, afirmo que la libertad de juicio e imparcialidad de la Justicia constituyen la última y fundamental garantía de nuestro orden Institucional”. Esto decía Arturo Illia. A 40 años de su muerte estaría bueno que el Presidente se acuerde de estas líneas en vez de apoyar la maniobra K de realizar un juicio político a los miembros de la Corte Suprema. También la puede leer y utilizar la portavoz Gabriela Cerruti que defendió al régimen de Venezuela al decir: “No nos parece del todo bien, pero mucho menos nos parece del todo mal”.
Ojo, hay que estar en los zapatos del otro para entender el porqué de sus acciones, dichos, etc. Pero no se puede opinar A y hacer B siendo Presidente de una Nación. Podes tener vaivenes y adoptar medidas distintas a las que tenía pensadas sobre algún caso en particular, pero divagar y naufragar constantemente es otro tema. Es como practicar durante un mes jugando con línea de 5 y salís a la cancha parando un 3-1-3-3. ¿Te imaginas lo que sería esa línea defensiva? Bueno. El dibujo táctico puede cambiar y se debe adaptar a las circunstancias de un partido. Pero si practicaste tirando pelotazos para que el 9 haga lo que pueda y atrás estén todos marcando y de golpe se te fueron los defensores y los mediocampistas… la goleada será inminente. Y más si en tu equipo están Cerruti, Massa, Cristina, Moyano, Cafiero, Insfrán, Capitanich y de aguatero Mario Ishii que además maneja la ambulancia.
Volviendo a Illia, una vez le preguntaron si era difícil gobernar. Él, sin ponerse nervioso contestó: “Es muy fácil. Sólo hay que ser honrado y cumplir con la Constitución”.
Me sumo a sus palabras y le agregaría que también no habría que mentirle a la sociedad. Esto va para el gobierno actual y para el que venga a fines de año ya que, al fin y al cabo, el embuste es tal que se ríe del embeleco.
Hernán Leonel