Fue durante la Peregrinación de 1977, cuando la dictadura llevaba más de un año en el poder.
El histórico acontecimiento es relatado por el periodista Nicolás Grande, en su libro “Luján: Historias Subalternas”.
Las Madres aprovecharon esa movilización religiosa para reclamar por los detenidos y desaparecidos. Decidieron usar un pañuelo blanco para identificarse.
Alrededor de 300 mil personas peregrinaban a Luján en aquella oportunidad. “En medio de esa multitud, como agujas en un pajar, unas mujeres desentonaban. Seguramente por ser pocas ante tamaña masa de gente, y porque el silencio imperaba también en las convocatorias mas ruidosas, su presencia en Luján pasó desapercibida para los medios de comunicación, aunque algunos de los presentes se percataron de esa presencia extraña”, cuenta Nicolás Grande que gentilmente acercó su relato a Daniel Ruiz Informa.
“Sus pedidos tenían nombres y apellidos, rostros de mujeres y hombres. Estaban, en aquella jornada, haciendo historia al utilizar por primera vez un símbolo que, con el correr del tiempo y de las luchas, alcanzó notoriedad mundial. Esas mujeres parieron en Luján, ante un poder religioso que pretendía ignorar el horror desatado, los pañuelos blancos”.
Hebe de Bonafini, fue consultada por Grande y ella expresó: “Siempre aprovechamos cualquier movilización para estar presentes, y así nos enteramos de que iba a realizarse una peregrinación a Luján donde se anunciaba muchísima gente, especialmente jóvenes, y decidimos que teníamos que ir”. Sin embargo, manifestó que algunas Madres como la fundadora Azucena Villaflor estaban en contra de participar de la Peregrinación por el comportamiento de la Iglesia ante la Dictadura. Mientras que otras como Hebe consideraron que era una buena oportunidad para visibilizar.
Con el paso del tiempo, el pañuelo blanco se empezó a utilizar en distintos actos y marchas, y finalmente se convirtió en un símbolo de reconocimiento mundial.
