Desde la torre de marfil, las esferas políticas de la Argentina se encuentran desafiando al tiempo intentando ingresar a un bucle que los deposite en el sillón de Rivadavia.
Para que esto suceda, primero se debería inventar una máquina del tiempo y revivir a Rivadavia, San Martín, Belgrano, Sarmiento y algún otro prócer que haya realizado algo por este bendito país sin luego mirarse el ombligo. Usted dirá, que lindo sería que estos ñatos aparezcan de forma repentina y vean lo que sucedió en sus ausencias para poder tomar las riendas y orientar el rumbo de un país que sufre de amnesia colectiva. Ahora bien, si esto sucediera, ¿podrían hacer algo? Saque sus conclusiones. No lo veo a San Martín impidiendo un corte en la autopista o liberando la 9 de Julio de los acampes. Sería una cruzada heroica, pero dudo que pueda despojar de las “tiendas” a los “piquetindios” (Nueva tribu aborigen. Mezcla de piqueteros e indios que saben hacer fogatas y utilizar sus facultades académicas para fabricar sus propias armas; con palos mayoritariamente. El lenguaje es confuso, pero es parte de su defensa. Hablan en código).
Pobre Sarmiento tratando de educar a dicha tribu. Capaz que si utiliza una app en vez de una tiza pueda, ya que los “piquetindios” suelen tener tecnología de punta como la señora que apareció protestando que no tenía para comer, pero en una de sus manos sostenía un IPhone 14 pro max que cuesta cerca de un millón. Todo sea por obtener una buena imagen que podrá capturar para poder desarrollar algún prototipo culinario y así alimentar a sus capullos.
Pero volvamos a la realidad y dejemos la matrix para otra ocasión.
La sociedad argentina está enfrascada. No se entiende cómo es que la ceguedad colectiva pudo más que la lucidez selectiva. La misma se redujo a la mínima expresión cuántica y no hay forma de que la brecha que separa unos de otros pueda revertirse. En realidad, e hilando fino se puede. Hay que ver quién de todos los que están en campaña tiene los atributos necesarios para semejante parada.
Por un lado, están los libertarios que padecen de picardía política y se desinflan a medida que la realidad se acerca. Ojo, junto con la izquierda son los únicos que te dicen sus propuestas de gobierno. Te puede gustar más o menos, pero los dos bandos opuestos te muestran las cartas. Tanto como Milei como Del Caño son claritos como el agua al momento de revelar sus majestuosos planes para salir del pozo en el cual nos han metido sin que sea otra brillante idea de la de seguir escarbando. Parece algo ilógico, pero algunos siguen menospreciando a una sociedad que está al borde del borda y que se languidece al pasar los años. La misma, es una especie en extinción que sabe de su exterminio pero que no puede, no quiere y no se atreve a la rebelión y se acomoda con las sobras que van quedando de los retazos del pasado. Llegará un punto en el cual ya no habrá más nada y todos nos unamos a la tribu que intente progresar al paso de babosa pasada de rivotril.
Por otro lado, está la banda de condenados. La unión hace los fueros, perdón, la patria. ¿Cómo se explica que Massa, Alberto y Cristina estén en la misma balsa? Simple. Fueron, son y serán peronistas, capitalistas, anti peronistas, de la UCDE, menemistas, etc, etc, etc. No busque otra explicación. O se acoplan o van a la deriva; y ninguno de ellos es capaz de navegar sin ver la zanahoria o un puerto que los deposite en algún puesto de relevancia. Todo sea por la unión, nada será por la patria. Sino, recordemos lo que Massa decía sobre Cristina y lo que ella opinaba sobre él. Allá y en el tiempo, el líder del Frente Renovador que entre 2013 y 2015 se animó a desafiarla con un eslogan anticorrupción y en contra de la perpetuidad en el poder. “Hay que terminar con el ´vamos por todo´”, decía el hoy ministro de Economía y socio del kirchnerismo. También, vale recordar su latiguillo de campaña: “Voy a meter presos a los corruptos y barrer a los ñoquis de La Cámpora”, dijo el 1° de mayo de ese mismo año.
Pero el oportunismo es sinónimo de kirchnerismo como así también de massismo. Razón por la cual, el 9 de julio pasado, durante la inauguración del gasoducto “Néstor Kirchner”, la vicepresidenta rescató la gestión de Massa cuando dijo que “agarró una papa caliente” y valoró su manejo de la crisis económica, con una inflación anual proyectada por encima de los 100 puntos. En una aparición televisiva, Cristina Kirchner dijo que en política los enojos le duran “seis meses”. Con Alberto duró cuatro años y creo que le va a seguir durando unos cuantos más.
Vale recordar que ella misma lo trató de opositor y de aliado del macrismo, mientras que el sequito de “La Cámpora”, lo trataba de Nazi, de ser de derecha, de amigo del FMI y de cobarde por haberse ido de la gestión de Cristina. ¿Cómo lo votas a Sergio Kumpa? Que difícil debe ser agarrar la boleta dentro de un mes y ver que tu peor enemigo ahora es tu mejor aliado. Bueno, hay un refrán que dice algo similar. “Si no puedes vencerlos, únete”
La otra banda, y no la oriental, es el conglomerado de Juntos por el Cambio. Entre Larreta y Bulrich quedará el liderazgo del mencionado partido político. El problema es que no paran de tirarse dardos pensando en la interna y no tanto en quienes deberían. Después de tanta agresión, ¿cómo van a ir “Juntos”? Esas cosas las hacen los peronistas y nadie más. Después de cada interna sangrienta, pasan con la ambulancia (Y no la de Mario Ishii precisamente. Recordemos la majestuosa frase que dijo el Intendente de José C. Paz: “Yo los tengo que cubrir cuando están vendiendo falopa con las ambulancias”) y con algún cargo o promesa de algo se amigan y se ponen a cantar la marcha con los dedos en V. Esos sí que son kumpas. Los de Juntos… son otra cosa. Aún están verdes para darse cuenta que hay declaraciones que se hacen puertas para adentro. Como en el fútbol. Todo queda en el vestuario.
En el mientras tanto, la sociedad está pendiente. Atenta. Esperando que le den una señal clara. Que le digan cómo piensan solucionar la inflación, contener el dólar, llegar a tener un salario digno, poder ir a trabajar sin tener un nudo en la panza por miedo a que le roben, a que haya un piquete, a que sorpresivamente hagan un paro de transporte y quede en el AMBA a la buena de dios, buda, alá o el gauchito gil.
La sociedad está en su punto máximo de hastío. Es una olla a presión. Lo que pide es simple: todo lo anterior mencionado más educación, salud, trabajo y justicia. ¿Será muy ambiciosa la sociedad? Tal vez, ese sea el problema. Algunos aún piensan que pueden gobernar desde lo idílico, desde el inframundo, desde lo ideológico, o desde la oposición, pero ninguno desde la razón. Desde el sentir. Partiendo desde la verdad más cruel, pero verdad al fin. Diciendo lo que pasa y lo que pasará. Marcando objetivos y cumpliendo cada uno de ellos. Con equipos preparados en todas las áreas y bancando lo que se venga. Y perdón por querer pincharles el globo, pero lo que se viene es mucho peor que éste presente. Tras leer estás líneas seguro va a estar un poquito peor. La erosión es tal, que va a llevar muchos años poder revertir el daño ocasionado. Tal vez, no se solucione jamás, tal vez sean periodos cortos, o tal vez, el conformismo le gane a las añoranzas y seamos todos parte de un gran montaje de ficción transitando por paisajes grises y sombríos.
Gane quien gane deberá GOBERNAR desde el llano, no desde la Torre de Marfil. Pensando en la sociedad. Y por sobre todas las cosas, sin seguir gobernando desde la oposición. Aunque suene distócico, esto último ya se probó y como verán no funcionó.
Hernán Leonel